Imagina que tu paciencia es la instalación eléctrica de tu casa. Últimamente, ¿cómo describirías su estado?

Funciona con los mismos fusibles de siempre. A veces hay cortocircuitos que me hacen "saltar" igual que lo hacían mis padres.

Tengo demasiados aparatos conectados a la vez. Las luces parpadean constantemente y siento que en cualquier momento todo se va a sobrecargar.

La mantengo bajo un control estricto para que nunca falle. Prefiero tener pocas luces encendidas para evitar cualquier riesgo de sobrecarga.

Siento que la luz es muy tenue. A menudo, la energía principal parece estar cortada y me cuesta encontrar la fuerza para encenderla.

Un conflicto con tu pareja sobre la crianza de los chiquis es como una grieta que aparece en la pared de la sala. ¿Cuál es tu reacción más común?

La cubro con el mismo cuadro de siempre, esperando que no se note, aunque sé que la grieta sigue ahí. Así es como siempre se han hecho las cosas en mi familia.

Corro a buscar el manual de reparaciones, leo 5 tutoriales distintos y termino con 3 tipos de masilla en la mano, sin saber cuál usar, mientras la grieta se hace más grande.

Llamo de inmediato a un inspector para que evalúe el daño estructural. Necesito un plan perfecto y tener el control total para que no vuelva a suceder.

Suspiro, siento un profundo cansancio y pienso: "otra grieta más". A veces, ya no tengo energía para repararlas.

La habitación de tus sueños y pasiones personales (aquellos que tenías antes de ser madre/padre) es una de las más importantes de la casa. ¿Cómo está esa habitación hoy?

Está decorada con los muebles y los sueños que mis padres consideraban "correctos" y respetables para mí.

¡Es un caos creativo! Empecé a pintar una pared, compré una alfombra nueva y tengo tres cajas con proyectos a medio empezar. Algún día la terminaré.

Está perfectamente ordenada, limpia y protegida... pero casi nunca entro. La mantengo cerrada para que nada se desordene.

Le he puesto un candado y perdí la llave hace tiempo. Toda mi energía se va en mantener limpias las habitaciones de los demás.

Llega una visita inesperada (la suegra, una amiga) y opina sobre cómo manejas una pataleta de tu chiqui. La visita está ahora en tu cocina. ¿Qué haces?

Le sirvo el mismo café que preparaba mi madre y asiento, aunque por dentro me sienta incómoda. Es mejor no generar conflicto.

Le ofrezco café, té, agua y galletas, mientras busco en mi mente la respuesta perfecta que leí en un libro para defender mi postura, pero acabo no diciendo nada claro.

Le explico con firmeza y argumentos claros por qué mi método es el correcto, asegurándome de que entienda las reglas de mi casa.

Siento que el espacio se hace pequeño, me quedo en silencio y solo deseo que la visita se vaya pronto para poder volver a mi paz.

La culpa que sientes después de un mal día es como una gotera en el techo. ¿Cómo la manejas?

Pongo el mismo balde que usaba mi madre, resignada a que las goteras son parte normal de la vida en esta casa.

Busco tutoriales sobre "cómo reparar una gotera en 5 pasos", compro materiales, pero acabo tan abrumada que dejo el balde puesto, ahora rodeado de herramientas sin usar.

No me permito goteras. Subo al techo de inmediato, sin importar la tormenta, para encontrar y sellar la fisura antes de que caiga una sola gota más.

A veces, la gotera es tan constante que ya me he acostumbrado al sonido. Es el ruido de fondo de mi hogar.

El "legado familiar" (las tradiciones, las historias) es el sótano de tu casa. Cuando bajas a él, ¿qué encuentras?

Un espacio lleno de reliquias y mandatos familiares que siento el deber de conservar, aunque algunos ya no me sean útiles.

¡Una caja de tesoros! Pero también un montón de trastos viejos. Me emociona la idea de revisarlo todo, pero no sé por dónde empezar.

Un archivo perfectamente organizado y catalogado. Conozco cada objeto y su historia, y tengo reglas claras sobre lo que se puede tocar y lo que no.

Una puerta que rara vez abro. Bajar ahí me consume demasiada energía y prefiero quedarme en la planta principal.

Imagina que el amor propio es el jardín de tu casa. ¿Cómo se ve el tuyo?

Es un jardín con las mismas flores que sembró mi abuela. Es seguro y predecible.

Es un experimento botánico. He plantado 10 tipos de semillas diferentes, leo libros de jardinería, pero a menudo se me olvida regar las plantas por estar ocupada en otras cosas.

Es un jardín geométrico, perfectamente podado y protegido por un muro alto para que nada lo estropee.

Es un pequeño patio interior, algo descuidado, que a menudo se queda sin sol porque los muros de la casa principal le dan sombra.

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